Todos hemos oído hablar de la famosa crisis de los 40 ¿Pero qué es en realidad? ¿Existe o es meramente un mito? Más allá de su caricaturización en series y películas donde el hombre se dedica a perseguir jovencitas y la mujer frustrada busca tener una aventura con alguien que la haga sentir de nuevo joven, deseada y valorada, se esconde un flagrante necesidad de cambio vital y de tomar el timón de nuestras vidas.
A grandes rasgos, la crisis de los 40 es una realidad que no se manifiesta del mismo modo ni en el mismo momento en todas las personas, normalmente se da en el periodo que transcurre nuestro ecuador vital y suele ser un momento en el que por el motivo que sea, nos da por parar y reflexionar. No es una crisis que caiga como un rayo ni de forma repentina, sino que tiene un sentido existencial y me aventuraría a decir que incluso biológico.
Durante la juventud y el transcurso de nuestros primeros trabajos, nuestra principal preocupación suele radicar en sobrevivir al mundo laboral y a nivel sentimental, suele estar en encontrar compañero/a y formar una familia, transcurridos unos años de supervivencia, convivencia con el sexo opuesto o no opuesto y de ampliar el número de componentes y/ o mascotas, empezamos a alcanzar “cierta” estabilidad y es aquí, dónde empiezan a emerger preguntas existenciales como si hemos cumplido con las expectativas que se tenían puestas en nosotros y para nosotros, si lo que queremos es lo que tenemos, si sabemos a donde vamos, el miedo a perder o el miedo a seguir igual el resto de nuestras vidas, etc.
Parece que es un momento en el cual hay cierta toma de conciencia, un momento en el que nos caen las piezas de vaqueta –las que llevan los burros para no mirar a los lados – y salimos del magma en el que estamos inmersos y nos permitimos mirar a nuestro alrededor y claro.., el tema abruma y todo ello, genera una pequeña y a veces no tan pequeña crisis.
Porque más allá de lo socialmente establecido ¿Estoy donde quiero estar? ¿Hago lo que quiero hacer? ¿Estoy con quien quiero?
Hace más de 50 años Elliott Jacques en 1965 acuñó el término de crisis de mediana edad haciendo referencia al reflejo de la toma de consciencia de la propia mortalidad. Aspecto que, a mi parecer, suma. Cuando el momento en que la muerte, deja de ser un concepto general o un suceso vital consistente en la pérdida de alguien cercano, para convertirse en un asunto personal. Es decir, cuando comienzas a pensar que eso te puede pasar a ti. Este sentido de temporalidad nos lleva muchas veces al conocido “carpe diem” a reforzar, impulsar o despertar la necesidad de acción, de hacer cosas que no hemos hecho, cumplir sueños no cumplidos o buscar un cambio en nuestras vida para tornarla más plena. Se trata de un momento de tomar decisiones al respecto, de tomar el timón no tomado y de plantearnos si lo que hacemos nos satisface, nos gusta o nos llena. Reflexiones que generaciones pasadas, lastradas todavía por la sombra de una postguerra, no pudieron permitirse.
En referencia a esta “crisis” un estudio de la Universidad de Warwick, en UK, rastreó los datos de 35 millones de personas de 80 países, entre ellos España, para mostrar que se da un patrón constante en la depresión y en los niveles de felicidad que está directamente relacionado con la edad y que nos suele dejar tristes al alcanzar la década de los 40. A esto, se le suma algo sumamente trascendente y es la existente confusión que albergamos entre lo que realmente es el éxito para nosotros, que sería realmente alcanzarlo y en si lo que hacemos lo hacemos porque queremos o porque es lo que se espera de nosotros.
En mi consulta, la mayoría de las veces me encuentro en procesos en los que un elemento fundamenta de esta crisis radica en el hecho de no haber sido conscientes o de no haber dirigido nuestros caminos, es decir de la tendencia a seguir lo pautado y lo esperado por los demás, sin acabar de saber quienes somos, lo que realmente queremos y lo que sería tener una buena vida. Vaya, de ir donde nos lleva la corriente y sin timón.
Es por este motivo, que la crisis de los 40 suele ser un excelente momento par poner nuestras vidas a “revisión”, para darnos un espacio y analizarnos a nosotros mismos ¿Por qué he llegado a donde he llegado? ¿Qué es el éxito para mi y qué quiero que sea? ¿Quién soy yo y que es lo que realmente me hace sentir feliz? ¿Tengo la vida que quiero y con quien quiero? Y lo más importante ¿Hacia dónde quiero dirigir mi vida?
Preguntas que en la mayoría de casos, hemos desarrollado poco y que son muy importantes para recuperar las riendas y una buena estabilidad emocional.
Desafortunadamente muchas veces no hay reflexión sino un precipitado rupturismo, es decir, dejarlo todo y romper con todo, porque no podemos sostener la presión social y personal que nos hace sentir que nada de lo que tenemos o bien hemos hecho, es suficiente o nos llena.
El reto consiste en tomar consciencia y vivir asumiendo la responsabilidad de nuestra vida y en lugar de dejarnos llevar por la presión social y/o familiar marcar una dirección que nos motive a continuar.
En este contexto, hacer un trabajo de autoconocimiento y construcción de un proyecto vital congruente con quienes somos y lo que realmente queremos, puede ayudarnos enormemente.
Y tú, ¿Crees que estás en la crisis de los 40? ¿Tienes claro hacia donde quieres dirigir tu vida? ¿Necesitas un espacio de revisión y/ o planificación de tu proyecto vital?
Para más información, puedes escribirme a nuria@propulsat.com