COVID-19: Efectos Psicológicos, Gestión de la Incertidumbre y Recursos

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A mediados de Marzo hará un año que el gobierno Español decretó el estado de alarma en todo el territorio nacional. Tras prácticamente un año de convivencia con el COVID-19, la consciencia sobre su impacto en nuestro estado psicológico es más que evidente, pues cansancio, nervios y desanimo, se han ido extendiendo entre nosotros con más o menos intensidad.

El Colegio General de Psicología de España, concluye en uno de sus estudios, que la pandemia que estamos viviendo por el impacto del COVID-19, ha originado y sigue originando de forma progresiva, problemas psicológicos en la población siendo la depresión, ansiedad o una peor calidad del sueño, algunas de las consecuencias consideradas más frecuentes.

Los cambios que hemos ido sufriendo, las múltiples situaciones estresantes, la incertidumbre, la avalancha informativa, confusión, directrices e información contradictoria .., son sumatorios que han ido añadiendo una mayor descompensación emocional en todos nosotros.

Cuando el Consejo General de Psicología de España (COP), concluye en uno de sus estudios que uno de cada 4 españoles presenta síntomas relacionados con la depresión grave o moderada como consecuencia del COVID-19, la situación es grave. Por tanto, es más que coherente que decaimiento, apatía o ansiedad sean síntomas que poco a poco se han ido normalizando y formando parte de nuestras vidas.

Así mismo, emociones como la rabia, la tristeza, la impotencia o angustia, entre otras, son también reacciones vinculadas y frecuentes ante esta situación.

Por tanto, no son de extrañar todos estos efectos en nuestro estado psicológico, pues nos encontramos ante un cambio de hábitos derivado de esta situación atípica, cuya exposición prolongada nos está generando un desgaste y agotamiento progresivos.

Las numerosas pérdidas, el sufrimiento, el esfuerzo inhumano de muchos colectivos, la dificultad para conciliar vida laboral y personal, pérdidas de empleo o de ingresos, restricciones de movilidad y la consecuente desaparición de vías de compensación como relacionarnos con nuestros seres queridos, amigos, realizar actividades de ocio, viajar .., nos han ido sumiendo progresivamente, en una nebulosa sazonada por la incertidumbre, el decaimiento y la ansiedad.

En términos evolutivos, el ser humano necesita anticiparse al peligro para poder hacerle frente y sobrevivir. Por tanto, hay una necesidad psicológica de reducir esta incertidumbre y es por este motivo, que muchos de nosotros analizamos, preguntamos o contrastamos información antes de tomar decisiones, fundamentalmente, para conseguir esa sensación de control que anhelamos, pues en un lugar recóndito de nuestros cerebros la incertidumbre se tiende a asociar a amenaza.

En este contexto, lo que empieza como estrategia adaptativa puede llegar transformarse en bloqueo e indecisión pues cuando incrementamos nuestro grado de exigencia, proyectamos un deseo de control frustrado porque no podemos predecir lo que va a suceder. Es por este motivo, que reconocer la incertidumbre como parte de la vida e integrarla se convierte más que nunca en algo indispensable.

Ante esta compleja situación, suelo recomendar a mis clientes los siguientes puntos para mejorar su autogestión emocional y recuperar -dentro de lo posible- el timón de sus vidas:

  • Antes de todo es importante identificar nuestras emociones (rabia, tristeza, frustración, desesperanza, apatía, miedo, ansiedad, etc.) todas ellas, son normales y congruentes con la situación y no solamente eso, sino que además nos van a proporcionar información sobre como estamos y lo que necesitamos emocionalmente.
  • Una vez identificadas nuestras emociones, es importante aceptarlas sin juicio ni culpa por sentirlas
  • Así mismo, es relevante también identificar aquellos pensamientos y/o conducta que nos están haciendo sufrir. Puede que más allá de la situación en sí, seas una persona con tendencias al catastrofismo, o muy controladora y exigente, o con poca tolerancia a la frustración, etc. Es importante tenerlo en cuenta, pues en función de tu perfil psicológico, vas a ser más o menos vulnerable ante esta situación. Por tanto, tómate unos minutos durante el día para darte cuenta de cómo estas y de qué pensamientos pueden estar generándote ansiedad.
  • Reconoce y acepta aquello sobre lo cual tienes o no tienes control.
    • Por lo que respecta a aquello sobre lo que no tenemos control, acepta el dolor y la perdida de aquello que antes era y ahora no es, o que antes podíamos hacer y ahora no, ser capaces de soltarlo nos permitirá redirigir esa energía en lo que sí tenemos control. Recuerda que tener el control absoluto más que una posibilidad es una fantasía.
    • Por lo que respecta a aquello sobre lo que si tenemos control, identifica conductas que puedan hacerte sentir mejor. Centra tu atención en aquello que sí puedes hacer y haz un listado. Tan pronto empieces a realizar aquello que si depende de ti, aumentará tu nivel de confianza tanto en ti como en la situación.
  • Vigila tu nivel de estrés y para poderlo regular, practica deporte, realiza técnicas de relajación, o bien, pon en marcha estrategias que puedan haberte servido en otras ocasiones.
  • Construye rutinas con espacios para ti en los que puedas tomarte un respiro, descansar y cuidarte.
  • Aliméntate de forma sana.
  • Socializa dentro de lo posible, busca apoyo y comparte tus emociones con otras personas.
  • Confía en tu capacidad de adaptarte y valora de forma justa tus capacidades y habilidades teniendo presentes, dificultades superadas y habilidades empleadas para ello.
  • Observa tus conductas “anestesiantes” para que no se conviertan en conductas compulsivas y disociativas de los que estás viviendo (Netflix, Redes sociales, Comida, Bebida, Drogas …) y substitúyelas por otras actividades placenteras que en lugar de “anestesiarte” te den energía. Limita la tecnología e invierte ese tiempo en algo más productivo para ti mismo como caminar, hacer deporte, leer, etc.
  • Vive el presente, céntrate en el aquí i en el ahora y en lo que puedes hacer a corto plazo. Ten en cuenta que la felicidad no depende de nuestro futuro sino de nuestro presente.

La incertidumbre ha venido para quedarse pues no sabemos lo que puede llegar a ocurrir en un futuro inmediato.

Y tú, ¿Cómo crees que te está afectando la pandemia? y, ¿La incertidumbre?

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